lunes, 6 de diciembre de 2010

Cayetano Santos Godino: ¨El Petiso Orejudo¨


Cayetano Santos Godino, más conocido por su apodo Petiso orejudo (n. Buenos Aires, Argentina, 31 de octubre de 1896 - m. Ushuaia, Argentina, 15 de noviembre de 1944), fue un asesino en serie que asoló su país con sólo 16 años, siendo uno de los mayores sociópatas en la historia de la Argentina. A principios del siglo XX fue responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de asesinato y el incendio de siete edificios.

Su infancia

La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Godino y Lucía Ruffo. Este niño quien llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de El Petiso Orejudo.
Fiore fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quien se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis. Durante toda su niñez Cayetano fue victima de fuertes golpes y maltratos realizados por su padre.

La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros.

Miguel Depaoli
Primeros Casos

Miguel Depaoli: El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal. A fuerza de engaños lleva a Miguel Depaoli, de casi dos años, hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas. Un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos mas tarde por sus respectivas madres.

Ana Neri
 Ana Neri: Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Nera, de apenas 18 meses. La conduce hasta un baldío en donde le golpea repetidamente la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quien pone fin al ataque y lo detiene, pero dada su corta edad, es dejado en libertad esa misma noche.

NN: Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada.

Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves.
Cayetano estuvo recluido poco más de dos meses y después regresó a las calles, como ya no asistía a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías.
Severino

Severino Gozález Caló: El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas. Conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón. Ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la cual suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente.

Julio Botte: Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.

Julio Botte
 El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano que entonces tenía 12 años, vuelven a entregarlo a la policía. Esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde aprende a leer y escribir un poco. La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, lo endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado. Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, pero por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses.

Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos lo llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo, comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.

  1912

El 17 de enero de 1912 Cayetano, quien ya es conocido en las calles con el sobrenombre de Petiso Orejudo, se introduce en una bodega de la calle Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía:

"Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."



Arturo Laurora
Siguientes Casos

Arturo Laurora: El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado alrededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.

Reyna Bonita Vaínicoff: El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de una niña de cinco años. La pequeña fallece a los 16 días, después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños.
Reyna Bonita

En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas. El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vail de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos.

Roberto Russo: El 8 de noviembre el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años de acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Lo lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un
Roberto Russo
trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones. Son descubiertos por un peón del alfalfar quien los entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos. Es liberado por falta de pruebas.

Carmen Ghittone: El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Ghittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar.

Catalina Naulener: Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y San Juan a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir.

Carmen Ghittone
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Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo.

Gesualdo Giordano: El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su espectacular carrera. Su víctima de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso 2185 para reunirse con sus amiguitos a jugar. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en General Urquiza 1970 llevando clavada entre los ojos la determinación terrible de matar. Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso al grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas.


Gesualdo Giordano
Poco después consigue convencer a Gerardo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio. Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.

Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gerardo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo.

Pero Gerardo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano: ¿Por qué no atravesarle la cabeza con un clavo? Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Gerardo quien le pregunta por el paradero del niño. Imperturbable, Cayetano le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte. Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, y usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo. Después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc, huye de la escena del crimen. Esa noche, durante el velatorio de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gerardo huye llorando del lugar. Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza. Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada fueron al hogar de los Godino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a Gerardo.


Condena

Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir. Lo trasladaron entonces a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras.



Penal de Ushuaia

Finalmente, en 1923 se le trasladó al Penal de Ushuaia, Tierra del Fuego, conocida como la Cárcel del Fin del Mundo. En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento radical no sirvió de nada.

En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que "Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean." De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.


Penal de Ushuaia
 Fallecimiento

Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.
El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban.



























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