Se hacía necesario mantener la resistencia en las tierras checas. Para mostrar a los Aliados que los checos también eran amigos, el presidente checo, exiliado en Inglaterra, aceptó un plan de Winston Churchill para desestabilizar el régimen nazi en Checoeslovaquia, ya que la hábil política de Heydrich había llevado a la población a aceptar de muy buen grado la ocupación gracias a las condiciones de vida excepcionalmente favorables que Heydrich había impuesto a cambio de una producción militar eficiente para el Tercer Reich. Esto atentaba contra los intereses aliados, ya que la sumisión de Checoeslovaquia podría ser imitada por otros países y así acabar indirectamente con la resistencia y fortalecer el nazismo en Europa.
Para ello se planeó el atentado contra uno de sus líderes más poderosos. Reinhard Heydrich era incluso considerado por Hitler como su eventual sucesor. A su edad (38 años) dirigía la poderosa Oficina Central de Seguridad del Reich y era, con mucho, uno de los líderes más temidos de la Alemania Nazi. Tan temido era Heydrich, que él mismo consideraba imposible que alguien se atreviera a atentar contra su persona.
La operación comenzó el 28 de diciembre de 1941 con la llegada de dos partisanos (Jan Kubiš y Jozef Gabčík) provenientes de Inglaterra a bordo de un bombardero Halifax, que fueron lanzados en paracaídas junto con otros comandos ingleses. Por un error de navegación se les lanzó en Nehvizdy a 20 km de la capital checa, pero premunidos de papeles falsos de identificación y vestidos de paisanos lograron contactar a los restos de la resistencia checa en Pilsen.
En Praga contactarían a otro guerrillero, Korda, para ultimar los detalles con la exigua resistencia checa.
Una vez contactados, comenzaron por estudiar minuciosamente los hábitos de desplazamiento de Heydrich y advirtieron que invariablemente empleaba la misma ruta cuando marchaba desde el castillo hacia el aeropuerto, en Praga, y siempre a la misma hora. La elaboración del atentado era sumamente simple , emboscar el cabriolet de Heydrich y asesinarle.
En la ruta había una curva muy cerrada que obligaba al chófer a aminorar la velocidad, y éste fue el punto de ataque elegido.
Por fin, después de varios ensayos y titubeos, la fecha del atentado fue fijada para la mañana del 27 de mayo de 1942. El día 26 por la noche, Heydrich asistió con su esposa a un homenaje a su padre, el músico Bruno Heydrich en el palacio de Waldstein en Praga,
Tres guerrilleros, Gabcik, Kubis y Valcik, se apostaron en un recodo del camino a la entrada a Praga, justo por donde pasaría Heydrich ese domingo. Uno de ellos llevaba una bomba, otro un subfusil Sten y el tercero haría las señales con un periódico.
El día fijado suponían que Heydrich pasaría por allí cerca de las 10 de la mañana, pero excepcionalmente y para sorpresa de los complotados, no apareció a la hora estimada, por lo que los partisanos empezaron a ponerse muy nerviosos y pensaron en abortar la misión.
Heydrich en efecto se había retrasado, pues de modo inusual se había quedado media hora más en el castillo para atender un asunto urgente de último minuto, pero después subió a su coche cabriolet descapotable y tomó la ruta habitual.
Cuando ya iban a abandonar la zona, el que señalizaba avisó a los demás que el vehículo venía en camino y sin escolta, y rápidamente retornaron a sus puestos.
El coche en el que venía Heydrich no llevaba protección alguna, pues éste pensaba que era imposible arriesgarse a atentar contra alguien tan poderoso como él.
Al llegar a la curva, el automóvil redujo la velocidad y en ese momento Gabcik empuñó su Sten con la intención de lanzar una ráfaga de ablandamiento, pero éste se encasquilló, y Gabcik se puso muy nervioso, mientras observaba al temido jefe de las SS.
Heydrich, al percatarse de la situación, se levantó del asiento con el coche aún en marcha y se aprestó a sacar su Luger para repeler el ataque. Gabcik, completamente aterrorizado, abandonó el subfusil lanzándolo a la vereda y echó a correr. Kubis, menos nervioso, pudo activar la bomba de mano y arrojarla en el momento justo en que Heydrich apuntaba con la pistola en su dirección, cayendo al costado de la rueda trasera derecha.
El chófer del coche de Heydrich, pistola en mano también, consiguió bajarse en persecución de Kubis. En ese momento, la bomba estalló poderosamente al lado de la puerta trasera derecha, alcanzando las esquirlas en la espalda de Heydrich hiriéndole, quien instintivamente se volteó protegiendo su rostro con los brazos; aun así, pudo bajarse del vehículo y lograr dar algunos pasos y disparar a los atacantes, antes de quedar tumbado en la acera agarrado a una reja y desangrándose. El conductor SS alcanzó a Kubis en una esquina, pero éste le disparó sorpresivamente, dejándolo malherido. Kubis tomó una bicicleta y escapó del lugar.
El resto de los guerrilleros checos lograron huir a la carrera, con la amarga sensación de haber fallado en la misión.
Heydrich fue auxiliado por una mujer checa y llevado a un hospital de Bulovka en Praga, donde insistió en ser atendido sólo por médicos alemanes. Las heridas de Heydrich comprometían el bazo, había restos de crín del relleno del asiento, la tela, metales y parte de su uniforme, parecía que Heydrich podría salvarse si era tratado a tiempo, pero Heydrich prefirió ser tratado por médicos de confianza.
Himmler envío al médico de las Waffen SS quien inició un tratamiento con sulfamidas, el retraso en recibir atención médica permitió que las esquirlas de metal y restos de crines del asiento incrustados infectaran no sólo la herida, sino que se propagara al torrente sanguíneo a través del bazo que estaba abierto.
Esto probablemente le costó la vida, pues 48 horas después las heridas recibidas, en especial una esquirla alojada en el bazo, se infectaron y provocaron una septicemia generalizada, que al cabo de ocho días le causaron la muerte. Sus atacantes no llegarían a saberlo.
Mientras Heydrich estaba en el hospital, las tropas SS salieron a las calles de Praga y se dedicaron a ubicar a los guerrilleros. Aunque se detuvo a miles de sospechosos, no lograron dar con su paradero y se ofreció una recompensa de Cien Mil coronas checas a quien revelara el escondite de los atacantes de Heydrich. Pero mientras tanto Heydrich fallecía sin salir del coma, el 4 de junio de 1942. Se empezó ofreciendo recompensas y se desató una ola de ejecuciones en la capital checa.
Al final, el 16 de junio, uno de los implicados, Karel Curda, impactado con la ola de ejecuciones entre la población checa, cometió delación y se presentó ante Karl Hermann Frank traicionando a sus camaradas. Les denunció a las SS dando su paradero, en la esperanza ingenua de que si sacrificaba a sus compañeros, las ejecuciones sumarias se detendrían, lo que en la realidad no sucedió.
Los guerrilleros checos se habían refugiado en la antigua Iglesia de los Santos Cirilo y Metodio, en una especie de cripta subterránea con unas catacumbas, donde una de las ventanas daba a la calle.
El 18 de junio, las SS rodearon el lugar con armamento pesado. Acorralados por las SS, los comandos checos se defendieron y luego optaron por suicidarse una vez que los alemanes se introdujeron en el lugar; en total fueron cinco los fallecidos.
Consecuencias del atentado
El cuerpo de Heydrich fue llevado a Berlín y se le dio un funeral apoteósico al cual acudió toda la alta jerarquía nazi y donde el mismo Hitler estuvo presente, quien se mostró en todo momento apesadumbrado.
Hitler quiso emprender graves represalias contra los checos pero como eso perturbaría la producción industrial (tan necesaria para la guerra), los SS de Frank ejecutaron a unos miles de habitantes, mujeres, hombres y unos 88 niños en el pueblo de Lídice. En total, 340 habitantes del pueblo fueron asesinados (192 hombres, 60 mujeres y 88 niños). Lo mismo le sucedió a otro pequeño poblado llamado Ležáky dos semanas después: los hombres asesinados, las mujeres enviadas a los campos de concentración y los niños "arianizados" o enviados a las cámaras de gas. El resultado final de la represión por la muerte de Heydrich fue de 1.300 personas, entre partisanos, altos dirigentes checos y víctimas circunstanciales, como los habitantes de Lídice.
En total murieron unos 4.600 checos como represalia por el asesinato de Heydrich. Con la muerte de Heydrich se privó al regimén nazi del más brutal e inteligente esbirro que pudo tener Hitler. Lamentablemente, los dados lanzados por Heydrich ya estaban en curso y la muerte de cientos de miles de judíos no se detuvo con su muerte.
La Operación Antropoide fue el único intento exitoso de asesinar a un importante líder Nazi y paradójicamente sus ejecutores no llegaron a saber de su éxito en vida.
The Funeral of Heydrich
Asesinato de Heydrich - Operación Antropoide
No hay comentarios:
Publicar un comentario