martes, 14 de diciembre de 2010

Roscoe "Fatty" Arbuckle

Roscoe Arbuckle  nació en Smith City, Kansas, el 24 de marzo de 1887, en el seno de una numerosa familia -nueve hermanos-, lo que en este caso no fue sinónimo de felicidad. La madre murió siendo él niño, y el padre era un alcohólico. Sin nadie ocupado realmente en educarle, la casualidad quiso que con ocho años hiciera un pequeño papel en los escenarios, a los que le gustaba escaparse para echar un ojo como espectador. Fue con la Webster-Brown Stock Company.
 De modo sorprendente para su "tonelaje" -el chico nació pesando 2,75 kilos, y de adulto alcanzó los 135 kilos-, Roscoe era ágil en la escena, y demostró habilidad para dar unas graciosas volteretas, un sello personal, además de que se le daba bien cantar, y tenía sentido del humor; lo que no impidió que se impusiera con él el mote de Fatty, que él personalmente odiaba. De hecho, en el trato diario pedía que se le llamara por su nombre de pila, cosa que no siempre lograba, como es de imaginar; y es que aquel sería, muy a su pesar, el nombre artístico con el que sería conocido en todo el mundo.
En 1904 Sydney Grauman lo contrató para cantar en el Unique Theatre. Aquello ya era un trabajo profesional con todas las de la ley. Con la compañía Morosco Burbank viajó a Oriente, a China y Japón, toda una experiencia para un 'paleto' de Kansas, aunque luego se hubiera trasladado a California. Y precisamente acabada la gira, y de vuelta a la costa oeste de EE.UU., surgió la posibilidad de trabajar en el cinematógrafo, actividad que los actores de pro despreciaban, pero que Arbuckle descubriría, podía ser muy satisfactoria.
Mack Sennett
Fichado por el estudio de Mack Sennett en 1909, intervendría en cortos cómicos innumerables de la serie Keystone Cops, casi siempre dirigido por Henry Lehrman. Llegaría a protagonizar sus propias películas, emparejado en infinidad de ocasiones con Mabel Normand. Hasta ganarse el derecho a dirigir en 1914, y marcar un salario récord en 1921 de un millón de dólares anuales, gracias a su asociación con Joe Schenck en Comique, y al acuerdo de distribución con Paramount. Verdaderamente se convirtió en el rey de la comedia, y cabe destacar que los tres grandes del cine cómico, Charles Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd, trabajaron con él de secundarios. El famoso número de los panecillos bailarines de Charlot en La quimera del oro, pudo verse antes en Tres pies al gato. Y a Keaton lo descubrió en Nueva York, le dio su oportunidad en el cine, y trabajaron juntos en una docena de filmes, con resultados muy fructíferos, como en El botones (1918) y Fatty en el garaje. Se forjó allí una amistad que se probó auténtica con la posterior caída en desgracia de Fatty: en efecto, su amigo mantuvo la relación, aunque le miraran mal por ello, y le ofreció trabajo como guionista en El joven Sherlock Holmes, aunque el orondo actor acabó desmarcándose, pues sus ánimos por entonces estaban muy bajos.
Arbuckle concebía sus propios gags, y tenía a gala no basarlos en su gordura, o no directamente al menos. No había en sus filmes bromas acerca de un personaje que rompe sillas o se queda atascado en puertas, sino que más bien lo que llamaba la atención era lo ágilmente que se movía pese a sus abundantes kilos.

Y la gente lo adoraba... hasta una noche aciaga de 1921, en que una joven de dudosa reputación, Virginia Rappe, acudió a una juerga en la suite del actor, a la que asistía un grupito de gente. La mujer murió de una peritonitis, y el actor sería acusado de violación y homicidio involuntario. Por tres juicios pasó el actor, y aunque fue finalmente absuelto, el daño a su carrera estaba hecho.

VIRGINIA RAPPE
La prensa de William Randolph Hearst explotó el escándalo, y una ola de puritanismo condenatorio recorrió los Estados Unidos, condenando el desenfreno de Hollywood. El actor se convirtió en una especie de chivo expiatorio, y mucho ejecutivo de estudio y supuesto amigo le dio la espalda. También por entonces terminó su matrimonio con la actriz Minta Durfee, aunque ya estaban separados antes de que estallara el caso Virginia. Aún pasaría por dos matrimonios antes de su muerte, con Doris Deane y Addie McPhail, también actrices.

"No creo que haya misión en la tierra mejor, que hacer reír a la gente", había declarado Arbuckle. Contrariamente a lo que podría creerse, el actor se esforzó por seguir en el mundo del cine cumpliendo tal objetivo. Keaton le ayudó, como ya se ha dicho, y firmó un buen puñado de cortos con el seudónimo de William Goodrich. Irónicamente Goodrich dirigió a Marion Davies, la amante de Hearst, en El molino rojo (1927). E incluso parecía que su carrera lograba rehacerse cuando Jack Warner le llamó en 1932 para coprotagonizar junto a la estrella infantil Billy Hayes una serie de cortos donde se podría ver su cara en la pantalla, además de que figuraría su nombre en los créditos. Si Arbuckle habría podido volver a brillar con el fulgor de antaño nunca se sabrá, pues en 1933 murió de un ataque al corazón.


     










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